Cuento por msn


Hace cinco años que yo no he podido hacer eso que siempre me hace pensar que soy especial. Por alguna razón que aun no logro descubrir. Aquella madrugada fue diferente a todas, en cuanto me levanté sentí el tronar de de esas nubes densas que rondaban sobre la casa, hacia mucho frio esa mañana y ya se vislumbraba la fuerte lluvia que caería , me dolía un poco la cabeza, pero de ese dolor difuso que solo siento cuando mi intuición intenta avisarme que algo realmente increíble sucederá, eran alrededor de las 4:00 a.m. y el viento helado se empezaba a filtrar por mi ventana ,me levanté pesado y torpe y me encamine hacia el baño, sabía que a pesar de la hora no podría volver a conciliar el sueño. Me quitaba las lagañas en el camino, tenían una consistencia especial, como si no fueran reales, eran espesas y suaves pero duras al mismo tiempo, al abrir la puerta del baño me tope con el reflejo de mi mirada en el espejo y fue ahí cuando me devolvió la mirada esa persona desconocida, esa persona que solo se me hacía vagamente conocida, como un familiar lejano de esos que se ven solo en  las bodas de familiares igual de lejanos.

Pero ¿quién era el que me miraba? ¿Era yo?, ¿cómo iba a ser yo ese viejo arrugado con pelo entrecano?, ¿Cómo podría ser yo ese desconocido que ahora arrojaba lagrimas de su mirada?, lo rechacé volteando hacia la ventana, simplemente no podía ser yo. Entonces descubrí lo que haría de esa madrugada la más extraña de mi vida, decidí llenar la tina, ni siquiera espere a que el agua se calentara. Con el agua helada me metí a ella para  ver si así me despertaba un poco. Segundos después comprobé que mi teoría era cierta, cuando mi piel entró en contacto con el agua mi cerebro gritó desde su cráneo, me recorrió por todo el cuerpo un zumbido cálido, muy templado , sentí como un calambre en la cabeza, la detuve contra mis muslos para evitar que se cayera. Después de unos segundos en esta posición decidí que no podía seguir así, tenía que aclarar mi mente de alguna manera así que me levanté y me dispuse a vestirme. ¿a dónde iría? no lo sabía pero tenía que salir de esa casa busque mis zapatos rojos, mi pantalón de pana favorito y la chaqueta que Rodrigo, mi mejor amigo, había olvidado en la sala el día de ayer, ya estaba en la puerta de mi casa, pero no encontraba las llaves y como no estaba con ánimos de buscarlas decidí salir por la ventana de la cocina que daba a la calle, después de batallar un poco para no quedarme atorado logré salir... pero estaba demasiado dormido y no recordaba que  vivía en el quinto piso, por poco y mis dedos no lograban aferrarse al marco de la ventana, mis pies, todavía un poco aturdidos buscaban frenéticamente un lugar donde apoyarse, hubiera estado todo bien y no habría pasado a mayores si no me hubiera visto desde la calle una viejecita que se puso a gritar - ¡se esta matando, se esta matando!

Entonces se desprendió de mi pie uno de mis bellos tenis rojos que para mi sorpresa fue caer exactamente en la cavidad de la boca de la viejita, para estos momentos ya estaba amaneciendo y por lo tanto ya empezaba a salir la gente de sus casas, mis intentos eran dobles. Por un lado luchaba por sostenerme de la ventana y por otro intentaba disculparme con la pobre señora que se había enojado mucho y había empezado a insultarme. Los curiosos no tardaron en reunirse, en poco tiempo ya había una multitud abajo de mí... y todo por querer salir un rato a caminar, o a no sé qué... entonces se me ocurrió una idea genial, a poco menos de un metro de mí había un tubo qué, según yo, era lo suficientemente resistente como para aguantar sin ningún problema mi peso por lo que, si lo alcanzaba, podría agarrarme de el y caminar hasta las escaleras de emergencia que se encontraban anexadas al edificio, comencé a balancearme para alcanzarlo, ya me estaba imaginando la escena: ya me veía  a mi, heroico, casi como el hombre araña, llegando ágilmente al tubo, con unas cuantas ágiles maniobras llegar a la escalera y descender fácilmente como si nada hubiera pasado, entonces le diría a la prensa unas inspiradoras palabras. Pero en ese mismo instante pasó una bandada de pájaros, y yo jamás me he podido resistir a la hermosa vista de unos pajarillos regodeándose al amanecer, me distraje por un momento… y me caí. Esos pocos segundos en el aire duraron para mí una eternidad, sentí como todos mis órganos subían a mi garganta, y vi como la ventana se hacía pequeña. alguien había llamado a los bomberos mientras fantaseaba con mi heroísmo. Casi al tocar el suelo sentí que rebotaba entre la multitud, al parecer alguien había corrido a su hogar por una sabana para detener mi caída...  los bomberos estaban casi por llegar en ese momento, pero se habían detenido tres cuadras antes porque un inepto conductor atropello a un gatito.

Sentí el alivio más grande  de mi vida, había rebotado en la sábana, pero cuando volví a caer en ella esta se rompió dejándome caer en seco en el suelo. Vi como decenas de caras se asomaban para verme.

Apenas podía abrir mis ojos, sentía que mis lagañas entrampaban a mis párpados, intente levantarme  encontrando realmente fácil la tarea ya que montones de brazos me ayudaron. Me quedé desconcertado al ver tantos ojos sobre mí, así que supuse que era momento para mi discurso, por lo que empecé de esta forma, antes que nada tosí, para darme más credibilidad y verme un poco más interesante, yo siempre he pensado que la gente que tose es interesante, así que solté unos elocuentes “coff coff” y proseguí de la siguiente manera : “bueno gracias por todo, fue un placer “ … e intente salir corriendo, entonces la masa de gente me empezó a perseguir. ¿que querían? ¿Acaso un autógrafo? . . .  eso parecería muy cómico, llevaba veinte años como actor en el teatro de la delegación intentando darme a conocer, y hoy, por fin después de veinte años ¿querían un autógrafo mío por caer del quinto piso de un edificio sin obtener rasguños lamentables?.

Doble una esquina, y lejos en la calle vi una viejecita gritándole al cielo, conforme me fui acercando me di cuenta de que, de una ventana en el quinto piso colgaba un hombre que me pareció conocido, yo y la multitud que me seguía nos juntamos debajo de la ventana.

Fin.


Por:  Diego Guadarrama  y Mishel Mussali


El anterior cuento es especial porque fue creado por messenger, hace unos  pocos minutos. Yo escribía, ella escribía. así sucesivamente hasta que quedó lo que acaban de leer. 
Agradezco a Mishel por dejarme publicar esto.

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